No existe la verdad absoluta. Somos seres guiados por ideas ajenas y experiencias propias, que necesitan una base sobre la que construir sus vidas. Al final, la importancia de las cosas queda a nuestro juicio, siempre parcial y condicionado. Por eso es bueno que siempre exista algún tipo de ley; a pesar de eso, lo mejor es dejar vivir libremente.