Hiromi Kawakami
- El señor Nakano y las mujeres.
Aquel día había llamado a Takeo a las nueve de la mañana. Como era de suponer, no me había cogido el teléfono. Era la séptima vez. Había pasado una semana. Había dejado de hacer conjeturas sobre las múltiples razones por las que Takeo no podía hablar conmigo.