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RightClickMan
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Nicholas Sparks
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Dmitry Medvedov
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J.K. Rowling
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ron_stard's quotes

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Adolfo Bioy Casares - En memoria de Paulina
Siempre quise a Paulina. En uno de mis primeros recuerdos, Paulina y yo estamos ocultos en una oscura glorieta de laureles, en un jardín con dos leones de piedra. Paulina me dijo: Me gusta el azul, me gustan las uvas, me gusta el hielo, me gustan las rosas, me gustan los caballos blancos. Yo comprendí que mi felicidad había empezado, porque en esas preferencias podía identificarme con Paulina.

Nesylí Pérez - Turno de Noche
Si hay algo que he aprendido de las empresas, de las fábricas en particular, es que mientras salga la producción, todo el mundo está contento. Da igual que hagas bien tu trabajo, que te escaquées a fumar o que te pillen liándote con la encargada en el cuarto de baño: si se alcanzan las metas previstas, ya puedes pegarle un tiro en la cabeza al dueño de la empresa, que nadie va a osar ponerte una mano encima si no es para darte unas palmadas de enhorabuena por cumplir los objetivos.

Gerard Manley Hopkins - Heaven-Haven
He deseado ir donde no falten las primaveras, a los campos donde los insectos no piquen ni molesten, y se mezan unos cuantos lirios. He pedido estar donde no estallen tormentas, donde los prados crecen en los mudos cielos, y lejos del vaivén del mar.

Anónimo - Epopeya de Gilgamesh - Tablilla III
Después amaste a un león, perfecto en fuerza; siete hoyas y siete cavaste contra él. Luego a un garañón amaste, famoso en la batalla; el látigo, el acicate y la brida ordenaste para él. Decretaste para él un galope de siete leguas, decretaste para él una bebida de agua cenagosa.

Omar Jayam - "Rubaiyat XXII"
Khayyam, que cosía las tiendas de la Sabiduría, cayó en la hoguera del Dolor y fue reducido a cenizas. El ángel Azrael ha cortado las cuerdas de su tienda. La Muerte ha vendido su gloria por una canción.

Ramón Gómez de La Serna - Cuando nos ahogó una cortina
Alguna vez hemos estado como fuera de la vida, en el espacio laberíntico entre la vida y la muerte, y fue cuando nos envolvió una cortina o bien se nos desprendió encima o porque no supimos encontrar la salida entre sus grandes pliegues. Envueltos en la cortina y rizados en su rizo nos perdimos en un interregno entre ópera y baile de máscaras, entre negro y blanco, sin saber qué podía ser de nosotros, en manos del verdugo de terciopelo.